5 de abril de 2020

El trabajo en casa


Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró

Con el confinamiento en casa al que nos ha abocado el coronavirus, muchas empresas e instituciones han descubierto el teletrabajo. Los modernos medios informáticos permiten a los trabajadores realizar las tareas profesionales desde su domicilio particular, sin necesidad de desplazarse a la sede de su empresa o institución, ahorrándose tiempo y dinero.
No ha pasado tanto tiempo desde que el trabajo en casa estaba limitado a las faenas domésticas, que casi sin excepción recaían injustamente sobre las mujeres, por eso denominadas “amas de casa”. Esas mujeres, cuando se les preguntaba por su profesión u oficio, respondían: “Sus labores”.
Mi padre, el periodista y escritor Francisco Javier Martín Abril, trabajó toda su vida en el despacho de su domicilio en la calle López Gómez de Valladolid. Sentado ante la máquina de escribir Remington o Underwood, escribía los artículos que luego, hacia el mediodía, llevaba en mano al periódico “El Norte de Castilla” o mandaba por correo al “ABC”, al “Ya”, a “La gaceta del Norte” o a la Agencia Logos. Incluso en la etapa en que fue director del “Diario Regional” de Valladolid, se las arregló para cumplir satisfactoriamente con su cometido dedicando varias horas a la dirección presencial en la sede de dicho periódico. También se trasladaba a la radio, EAJ 47 Radio Valladolid, a última hora de la tarde para emitir su cotidiana Croniquilla local.
Dando un salto en el tiempo, en mi trayectoria profesional en las tres editoriales en las que trabajé, Guadarrama, Miñón y Santillana, tuve que cumplir un horario en sus respectivas sedes. Sin embargo, como el sueldo no me llegara para satisfacer las necesidades de mi familia, por las noches y en los días no laborables hacía traducciones del francés, del inglés y del alemán, que tecleaba en una máquina de escribir Olympia. O sea, que trabajaba en casa.
Al jubilarme después de veinte años en la Editorial Santillana, colaboré con la empresa encargándome de la edición española del Informe PISA y del Panorama de la educación. Y este trabajo ya pude realizarlo desde mi domicilio en El Espinar con ayuda del ordenador y de programas informáticos de proceso de textos.
El ordenador, y en su tanto el móvil inteligente, que nos ofrece casi iguales prestaciones, a mí me sirven lo mismo para un roto que para un descosido: enviar un correo electrónico a un amigo, escribir un artículo y mandarlo a El Adelantado, buscar en Google las más variadas informaciones, consultar los movimientos de mi cuenta bancaria o hacer una transferencia, cumplimentar la declaración de la renta, adquirir productos on line y los billetes del Alvia a Santander en la página de Renfe, leer diarios digitales...
A menudo me he preguntado qué hacen trasteando en sus ordenadores trabajadores de los más variados establecimientos e instituciones: Bancos, comercios de todo tipo, clínicas y hospitales, despachos de abogados y notarios, oficinas de ministerios y ayuntamientos…
He dicho al comienzo de esta columna que, con la reclusión impuesta por el coronavirus, muchas empresas e instituciones han descubierto el teletrabajo, para el cual no están preparadas, como tampoco lo están los trabajadores.
Mi hija y su marido tienen la suerte de poder pasar estas ya semanas de confinamiento trabajando en casa para sus respectivas empresas y ayudando a sus dos hijos, mis nietos mellizos de siete años, en las tareas escolares. También estos han podido realizar sus deberes en contacto no presencial con sus profesoras.
Pues bien, mientras que mi hija se dedica a la edición de textos escolares para la Editorial Santillana, mi yerno me explica en qué consiste su trabajo para una multinacional que lleva a cabo con soportes informáticos asesoría y consultoría a empresas y profesionales del sector jurídico y legal, y también oferta soluciones para la Administración Pública (Ayuntamientos, Diputaciones, etc.). “La única herramienta de trabajo que utilizo es un ordenador (…). Analizo y cruzo datos de clientes, pedidos y productos para la generación de informes y campañas de impacto comercial”. Esta breve descripción, mutatis mutandis, puede aplicarse a muchos de los trabajadores que se sirven del ordenador para llevar a cabo sus tareas: análisis de datos, preparación de informes y campañas comerciales…
Y la variedad de funciones de los departamentos de esta multinacional me ayuda a responder a la pregunta que yo me formulaba sobre la utilización del ordenador en los más diversos establecimientos e instituciones: provisión de pagos y cobros, administración de clientes, marketing, comunicación, realización de pedidos, televenta, elaboración de contenidos de producto, producción electrónica, producción gráfica, mantenimiento informático, recursos humanos...
A todo ello habría que añadir la clásica contabilidad y que muchos comercios, cafeterías y bares utilizan el ordenador como caja registradora.
A diferencia de las empresas de mi hija y de mi yerno, otras no están preparadas para que sus empleados hagan el trabajo en casa. Quizá algún día, gracias al teletrabajo, desaparezcan o disminuyan los descomunales edificios de oficinas.

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