Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
La investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno
de España se ha caracterizado por una serie de circunstancias que se pueden
resumir como sigue:
1. Es la primera vez en la historia de nuestra democracia,
desde la aprobación en referéndum por la mayoría del pueblo español de la
Constitución de 1978, que se presenta a la investidura un candidato apoyado por
una coalición de partidos, en este caso el PSOE y Unidas Podemos (UP).
2. Esta coalición, que ya pudo haberse formado después de
las elecciones del 28 de abril de 2019, no se llevó efecto por las profundas
discrepancias entre los líderes de ambos partidos, Pedro Sánchez y Pablo
Iglesias. A Pedro Sánchez –recordemos sus propias declaraciones– le quitaba el
sueño, no solo a él, sino también al 95 % de los españoles, la posibilidad de
introducir en el Consejo de Ministros a Pablo Iglesias y a otros miembros de la
formación podemita.
3. 48 horas después de las elecciones del 10 de noviembre de
2019, sin que las posiciones de Pedro Sánchez y de Pablo Iglesias, y de sus
respectivos partidos, hayan cambiado en lo sustancial, y sin tantear cualquier
posibilidad de llegar a acuerdos con otras fuerzas políticas, se firmó un pacto
entre el PSOE y UP.
4. Como la suma de los 120 diputados del PSOE y los 35 de UP
estaban lejos de la mayoría absoluta, que en el Congreso español se cifra en
176, Sánchez tuvo que iniciar unas negociaciones con otras agrupaciones
políticas para conseguir, si no dicha mayoría absoluta, al menos una mayoría
simple en segunda vuelta, a saber obtener más síes que noes.
5. El resultado de la votación de la mañana del 6 de enero
ha sido también la victoria más escuálida de nuestra historia democrática: 167
votos a favor (PSOE, UP, PNV, Más País, Teeruel Existe, BNG, Compromis y NC)
frente a 165 votos en contra (PP, Vox, Cs, JpC, CUP, Navarra Suma, PRC y CC) y
18 abstenciones (ERC y Bildu).
6. Nada menos que diez partidos, entre los que se cuentan
comunistas, nacionalistas y regionalistas, han dado su sí a la candidatura de
Sánchez, mientras que se han abstenido los independentistas catalanes de ERC y
los herederos de los terroristas vascos de Bildu. Habrá, sí, Gobierno, pero es
problemático que haya gobernabilidad. La intervención del portavoz de ERC
Gabriel Rufián ha dejado bien claras las exigencias de su formación:
autodeterminación, amnistía para los presos sediciosos y mesa de negociación
entre Gobiernos al mismo nivel. Por si hubiera alguna duda sobre la postura de
ERC, su diputada Montserrat Bassa puso el broche de oro de las preocupaciones
republicanas: “Me importa un comino la gobernabilidad de España. No son solo
los jueces, ustedes (al PSOE) también son verdugos”. Tales declaraciones hacen
presagiar una legislatura no solo breve, sino además marcada o bien por la
traición y prevaricación de Sánchez si concede lo que legalmente no puede dar,
o bien por la disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones.
¿Y van…?
6. Frente al bipartidismo, tan denostado por no pocos
analistas políticos y las formaciones que venían a regenerar nuestra
democracia, ahora impera en las Cortes españolas un regionalismo o cantonalismo
que nos retrotrae a 1873 y la Primera República. España tiene un Parlamento que
ha dejado de ser español. Los diputados que se sientan en sus escaños, con la
excepción de los constitucionalistas, entre los que ya no se cuenta el PSOE de
Sánchez, solo miran por los intereses de sus regiones, que ellos pretenden
“naciones”. Junto a los independentistas catalanes declarados, que no solo
aspiran a la secesión de España, sino a la creación de un Estado independiente
en forma de república, están también representados en el Congreso diputados del
País Vasco, que solo se sienten vascos, no españoles, y de una manera menos
abrupta que los independentistas catalanes trabajan asimismo por su
independencia; el BNG, Nueva Canaria, Cmpromis y hasta Teruel Existe,
únicamente interesados por sus hasta ahora Comunidades Autónomas, “naciones” para
Iceta y otras lumbreras.
7. Bajo el señuelo del progresismo se agazapan ideologías y
prácticas que han demostrado ser funestas no solo para el desarrollo económico
y la creación de puestos de trabajo, sino también para la democracia, la
libertad y la igualdad de todos los ciudadanos, lo que es patente en regímenes
como el bolivarismo de Venezuela que defienden los comunistas podemitas.
8. Se ha tildado a Pedro Sánchez de “mentiroso compulsivo”.
Puede que sí haya mentido. Pero a mí me preocupan, más que sus mentiras, su
falta manifiesta de principios éticos, su incoherencia al afirmar una cosa y su
contraria, su palabra carente de todo valor.
9. Se ha instalado en la vida política el frentismo de unos
bloques incapaces de llegar a acuerdos por el bien común de una España
sustituida por “este país”.
Y 10. ¿A qué vienen al Parlamento hasta ahora español los
independentistas y nacionalistas de toda laya? ¿A cobrar un sustancioso sueldo
por atacar a las instituciones que se lo pagan? Culpa también del Estado y de
los votantes.
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