4 de noviembre de 2019

Al margen de la ruidosa actualidad


Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró

Estamos tan absorbidos por las noticias con que a diario nos bombardean los medios de comunicación, y muy en especial las televisiones, que descuidamos, o al menos yo descuido, el devenir que afecta a familiares y amigos.
En la pasada festividad de la Virgen del Pilar, mi prima Pilar Pérez-Soba nos invitó a mi mujer y a mí a una merienda en su casa. Hacía bastante tiempo que no nos reuníamos para conversar tranquilamente.
Sí, los cumpleaños y los santos son ocasiones propicias para ponernos al día de los aconteceres que jalonan las vidas de los seres queridos. Hay quienes cultivan estas efemérides e invitan a sus allegados a compartir encuentros, a los que algunas veces, por distintas circunstancias, no podemos asistir.
Pues bien, estábamos en casa de mi prima Pilar, con sus hijas Nana y María José, con Menchu, cuñada de Pilar, y su hija Inés. La conversación se remontaba a recuerdos del pasado, unos felices y otros dolorosos. Inevitablemente, dadas las calendas en las que nos movemos los mayores de la reunión, hacen acto de presencia los muertos.
A Jesús Díez del Corral, marido de Pilar, amén de por sus muchos logros profesionales en el campo del Derecho, le evocamos como campeón de España de ajedrez y contemplamos una foto en la que aparece con el ajedrecista campeón del mundo Anatoli Kárpov.
Menchu es viuda de Nando, hermano de Pilar, persona de gran simpatía y sentido del humor, muy querido por mí y por mi fallecida primera mujer Ana, con la que Nando jugaba de igual a igual a pesar de la diferencia de edad que los separaba.
De los tiempos pretéritos pasamos a los presentes, igualmente divididos en alegres y penosos. Me intereso por las dos hijas de Pilar, que desde hace años residen en Santiago de Chile, casadas las dos con sendos chilenos. Al bautizo de Ignacio, hijo mayor de Pilar hija, tuve yo ocasión de asistir hace 26 años, claro la edad del hoy arquitecto y con trabajo en su profesión. Ignoraba yo que Pilar hija y Gastón se habían separado, a pesar de ser los dos personas comprometidas con las causas de los pobres y oprimidos, y que habían compartido experiencias salvadoras en El Salvador con mi hermano Nacho, jesuita vilmente asesinado juntamente con cinco compañeros y dos asistentas en la Universidad Centroamericana por militares que obedecían órdenes de las más altas e indignas autoridades de la nación.
No podemos por menos de traer a colación las protestas civiles de los chilenos contra el presidente Piñera y las injustas desigualdades que se viven en ese país, al que en España muchos creíamos modelo de justicia y bienestar social. Pilar hija y sus hijos toman parte activamente en tales protestas.
También reside y trabaja en un país extranjero, en este caso Japón, Pablo, hijo de Pilar, casado con una japonesa adorable. Recientemente han tenido que abandonar de modo provisional con sus hijos su casa a causa de las inundaciones provocadas por el tifón Hagibis.
Nana y María José me toman el pelo porque el año pasado acudimos a la celebración del cumpleaños de su madre… con un día de retraso.
Una hija de Menchu, Marta, está casada con un holandés y ambos viven y trabajan en los Países Bajos, denominación que el gobierno de este país trata de que prevalezca sobre la de Holanda. Marta está embarcada en un proyecto de investigación de la Unión Europea y tiene que desplazarse a una ciudad de Italia, de cuyo nombre no puedo acordarme. Como en este momento tampoco soy capaz de consignar los nombres y las edades de los hijos de Marta, a pesar de haber coincidido con ellos en alguna ocasión en la residencia de Menchu en El Escorial.
No me olvido de Inés, valiosa profesora de Economía a caballo entre Madrid y Zaragoza. Uno de los sacerdotes que ofician en nuestra parroquia de San Juan Evangelista sirvió de guía en una visita que un grupo en el que iba Inés hizo a Tierra Santa.
Me da inmensa pena no poder abarcar en mi memoria el amplio abanico de parientes, de sus nombres y de sus vidas. Y estoy hablando tan solo de los descendientes de mis abuelos maternos Fernando Baró y Luisa Morón. Los dieciocho primos nos reunimos en las bodas de oro de papa Fernando y mama Luisa, como llaman a los abuelos en Andalucía. Con la familia de mi madre, Alicia Baró, hemos tenido más trato que con la familia de mi padre, Francisco Javier Martín Abril.
En el duermevela de mis amaneceres, cuando a menudo rescato del olvido nombres y figuras que durante el día se me resisten, rememoro cuántos hijos tuvieron las hermanas y el hermano de mi madre y cómo se llaman los que viven o llamaron los que murieron. Si de los hijos desciendo a los nietos, o sea los bisnietos de mis abuelos, ya la tarea se torna prácticamente inabordable.
Me hago el propósito de estar más atento, al margen de la ruidosa actualidad, a los gozos y las sombras de mis familiares y amigos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario