10 de agosto de 2017

El PSOE y la plurinacionalidad

Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró

Me pregunto cuál o cuáles de las actuaciones y propuestas de Pedro Sánchez ha hecho avanzar al PSOE en intención de voto según la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) realizada en julio de 2017 y hecha pública el pasado 4 de agosto. El Partido Popular, aunque ganaría las elecciones, reduce su ventaja sobre el PSOE a 3,9 puntos, mientras que en el barómetro de abril era de 11,6 puntos.
Aunque hay que dar a las encuestas el valor que tienen, a saber, muy relativo, no hay duda de que algo ha cambiado en la percepción que los votantes de izquierda tienen del PSOE después de la victoria de Pedro Sánchez en las primarias socialistas. ¿Habrá revertido el secretario general del PSOE su trayectoria de perdedor o, si quieren, de ganador solo en el ámbito interno del partido, y aun eso no siempre?
Cuando Pedro Sánchez declara una y otra vez su intención prioritaria de arrojar a Mariano Rajoy de la presidencia del Gobierno, a muchos dentro y fuera del PSOE les gustaría que se propusiera ganar las elecciones generales, lo que hasta hoy no ha conseguido, ni siquiera en los pronósticos más favorables.
Sí ha logrado, hay que reconocerlo, unir a un PSOE que estaba dividido en banderías y facciones, eliminando con mano de hierro cualquier asomo de disidencia o discrepancia y apartando sin contemplaciones a los disidentes o discrepantes. Algunos de ellos, en lugar de resignarse a las tinieblas de la relegación –fuera hace mucho frío–, se han pasado con armas y bagaje al bando del hoy por hoy vencedor.
Si del terreno de los hechos nos movemos al de las propuestas, no puede por menos de llamar la atención la resolución del 39 Congreso Federal del PSOE referente a la plurinacionalidad, que como toda resolución congresual es “de obligado cumplimiento”.
Desde que el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero manifestara que nación es “un concepto discutido y discutible” –en lo cual no le falta razón, a la vista del debate que desde la Constitución Española de 1978 y en su misma gestación no ha cesado de producirse–, no sabemos a ciencia cierta qué entendemos cuando hablamos de nación. ¿Nos referimos al “Conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo Gobierno”, según define nación el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) en primera acepción, o como lo hace en segunda acepción, al “Territorio de una nación”, o en tercera acepción, al “Conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común”? En cualquiera de estas acepciones, el término nación podría aplicarse prácticamente a todas la Comunidades autónomas españolas, de malhadada invención por inútiles y costosas.
Para acabar de complicar las cosas, la misma Constitución de 1978 introdujo y consagró la denominación de “nacionalidad” para designar a aquellas Comunidades autónomas a las que, en su Estatuto, se les reconoce una especial identidad histórica y cultural. El DRAE no tuvo más remedio que incluir esta definición en el lema “nacionalidad”, junto a “Condición y carácter peculiar de los pueblos y habitantes de una nación”, y “Vínculo jurídico de una persona con un Estado, que le atribuye la condición de ciudadano de ese Estado en función del lugar en que ha nacido, de la nacionalidad de sus padres, o del hecho de habérsele concedido la naturalización”.
Así, cuando el PSOE de Pedro Sánchez impone la obligatoriedad de aceptar para España el concepto de plurinacionalidad, o de nación de naciones, ¿cómo puede una nación incluir a otras naciones? Si se trata de un mismo concepto de nación, tal aserto carece de toda lógica. Y si damos al término nación distinto significado según designe al todo o a las partes, ¿cuál es ese todo y cuáles son las partes?

Dudo mucho de que la imposición del concepto de plurinacionalidad haya pesado en el ánimo de los encuestados por el CIS para decantar hacia el PSOE su intención de voto. Menos aún satisfará a los nacionalistas independentistas que sus naciones sean equiparadas al resto de Comunidades autónomas Y estas no podrán por menos de considerarse discriminadas frente a las llamadas “nacionalidades históricas”. Menudo galimatías. Fuente de un trato desigual, que no creo que sea lo que sostenga un partido que se pretende socialista e igualitario.     

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