12 de mayo de 2024

Tres ciudades y una villa

Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Escribo esta entrada de mi blog semanal en la villa, o sea en El Espinar. Y en seguida las tres ciudades aludidas, a saber Valladolid, Madrid y Santander, reclaman hacer acto de presencia en mi escrito.

Y lo piden con justa causa, pues las tres han desempeñado, y siguen desempeñando, un destacado papel en mi vida.

Me había propuesto, desde la atalaya espinariega, evocar algunos hitos de mi vida, y dichas ciudades representan anclajes inolvidables del devenir de mi existencia.

En Valladolid, la ciudad natal de mi padre, el escritor Francisco Javier Martín Abril, nací también yo, el tercero de seis hermanos, fui al colegio, primero al de las Balmori y, después del ingreso, al de San José de los jesuitas.

En Madrid se ha desarrollado la mayor parte de mi trabajo profesional, primero en la Editorial Guadarrama y después, tras cuatro años en la Editorial Miñón de Valladolid, veinte años en la Editorial Santillana.

En Madrid, también, se había casado mi padre con mi madre Alicia Baró, y me casé yo con Ana Bermejo. En Madrid nacerían mis hijos Guillermo y Gabriela.

Madrid es el Parque del Oeste, el Paseo del Pintor Rosales, el barrio de Argüelles y el Parque de las Avenidas, donde actualmente resido la mayor parte del año con mi segunda mujer, Angelina Lamelas, mientras que las cenizas de mi primera esposa descansan en El Espinar.

En El Espinar transcurrieron los felices veraneos de mi infancia, en la casa de mis abuelos maternos, Fernando Baró y Luisa Morón, o sea, papá Fernando y mamá Luisa, en la calle que hoy lleva el nombre del abuelo.

El Espinar es también San Rafael, donde hoy viven mi hija Gabriela, mi yerno Gonzalo Matute y mis nietos mellizos Alicia y Mateo.

El Espinar son los montes de Aguas Vertientes, Cueva Valiente, La Peñota, Peña el Águila, Montón de Trigo, la Mujer Muerta en la ladera donde pierde su silueta yacente, la sierra del Quintanar y el Caloco, a cuyos pies está la ermita del mismo nombre con el Cristo, “santo Cristo del Caloco, de El espinar tan querido”…

¿Y Santander, qué ha venido a significar en mi vida la capital cántabra? Santander es la ciudad natal de Angelina Lamelas, que la comparte conmigo en sus Recuerdos y presencias, su más reciente poemario.

Santander es la Bahía, “que se extiende a sus pies”, son las playas del Sardinero, la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en la península de La Magdalena, con su oferta literaria y cultural, y el Palacio de Festivales, que llena de música nuestra estancia anual en agosto.

¿Y será “de Madrid al cielo” donde acabe mi periplo vital?

 

 

 

 

 

 

 

  

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