13 de septiembre de 2020

¿Y el futuro?

LAS PALABRAS Y LA VIDA

Alberto Martín Baró

En la indagación que vengo realizando en mis tres últimos artículos sobre el tiempo como duración dividida en presente, pasado y futuro, me he ocupado del presente y del pasado. Me queda por responder a la pregunta sobre el futuro en nuestra vida.

Si atendemos al consejo de Horacio, deberíamos “aferrarnos .al día de hoy, sin fiarnos para nada del mañana”. Sin embargo, el mismo Horacio es consciente de que, “mientras hablamos, se habrá fugado el tiempo celoso” O sea, el presente es fugaz y, como ya advirtiera el filósofo griego Heráclito (hacia 594 – 480 a. C.), todo fluye y está en perpetuo movimiento. Luego hay algo que nos remite de modo ineludible a esa fluidez venidera.

El futuro, es decir, lo que está por llegar, ¿tiene alguna significación en nuestra vida?

Hay un futuro, que yo calificaría “de andar por casa”, que se asoma casi indefectiblemente a lo que estamos haciendo. Me estoy duchando, u ocupándome de cualquiera de las rutinas diarias que no requieren toda mi atención, y estoy pensando en lo que a continuación o más tarde tengo que hacer. Esta proyección de lo venidero en el ahora puede distraernos de la tarea que tenemos entre manos, pero también es necesaria cuando queremos planear lo que hemos de llevar a cabo. Llamamos “agenda” (del latín agenda, cosas que se han de hacer) a la relación de las actividades sucesivas que han de ejecutarse, y al libro o cuaderno en que se apuntan.

Una repercusión más significativa del futuro en nuestra vida podría formularse como aquello a lo que aspiramos a ser o a realizar, humana y profesionalmente, el día de mañana. Como hemos visto, la educación recibida en el pasado influye en lo que somos en la actualidad. De ahí la importancia de nuestras aspiraciones en la configuración de nuestra realidad presente.

Decimos que, sin la formación y los estudios pertinentes, los niños y los jóvenes “no tienen futuro”. Y que su futuro, personal y laboral, será tanto más pleno cuanto mayor grado de preparación educativa hayan alcanzado.

Hay un futuro que acontecerá de manera ineludible, como que la noche sucederá al día. Pero, en otro orden de cosas intangible, existe para el creyente religioso el horizonte de otra vida más allá de la muerte, en el que se basa la esperanza.

Sin embargo, en estos tiempos aciagos del covid-19, la esperanza de la humanidad no está puesta en el cielo, sino en algo a ras de suelo: una vacuna eficaz que nos defienda del dañino coronavirus.

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