Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
Me
ha causado lógica satisfacción la noticia de que la Comunidad Valenciana
informaba a los padres cómo elegir entre el castellano y el valenciano para la
enseñanza de sus hijos.
Elección
que debería ser algo obvio para las familias, un derecho garantizado por la
Constitución española.
No
obstante, en Cataluña sigue sin hacerse efectivo el 25 % de la enseñanza en
castellano que prescriben las sentencias, confirmadas por el Tribunal Supremo
de la Generalidad.
La
persecución del castellano por las autoridades catalanas en numerosos ámbitos
de la vida cotidiana, hasta por ejemplo la rotulación de los comercios,
contrasta con la utilización mayoritaria del castellano por la población.
Existe
desde hace años una presión del gobierno de la Generalidad a las autoridades
españolas para que el catalán sea reconocido como lengua oficial de la Unión
Europea. En España hablan catalán unos 8,8 millones de personas.
Me
parece legítimo el afán de las autoridades de la Generalidad para que se
reconozca a la población catalanohablante.
Lo que
no considero razonable es la preferencia del Gobierno de Pedro Sánchez por el
reconocimiento del catalán frente a otras lenguas cooficiales en España, como
el vasco o el gallego. Preferencia que sin duda es el pago al apoyo de Junts y
de Esquerra a la permanencia de Pedro Sánchez en La Moncloa.
Dando
un salto desde la cuestión lingüística a la presencia de las agrupaciones
independentistas, tanto catalanas como vascas, en el Parlamento mal llamado
español, no se me alcanza qué papel desempeñan en el Congreso de los Diputados
y en Senado de España los representantes de unas fuerzas contrarias a la unidad
de la nación española. Encima cobrando del dinero de los contribuyentes
españoles.
Semejante
anomalía solo se explica por el espurio interés de Pedro Sánchez por seguir al
frente de un Gobierno que, desde su llegada a La Moncloa, no ha hecho otra cosa
que trabajar en su exclusivo interés, en el de sus familiares más cercanos y en
el de un PSOE que ha abandonado toda defensa de sus siglas, Socialista, Obrero
y, sobre todo, Español.
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