16 de febrero de 2025

De la cuestión lingüística a la presencia de independentistas en el Congreso español

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Me ha causado lógica satisfacción la noticia de que la Comunidad Valenciana informaba a los padres cómo elegir entre el castellano y el valenciano para la enseñanza de sus hijos.

Elección que debería ser algo obvio para las familias, un derecho garantizado por la Constitución española.

No obstante, en Cataluña sigue sin hacerse efectivo el 25 % de la enseñanza en castellano que prescriben las sentencias, confirmadas por el Tribunal Supremo de la Generalidad.

La persecución del castellano por las autoridades catalanas en numerosos ámbitos de la vida cotidiana, hasta por ejemplo la rotulación de los comercios, contrasta con la utilización mayoritaria del castellano por la población.

Existe desde hace años una presión del gobierno de la Generalidad a las autoridades españolas para que el catalán sea reconocido como lengua oficial de la Unión Europea. En España hablan catalán unos 8,8 millones de personas.

Me parece legítimo el afán de las autoridades de la Generalidad para que se reconozca a la población catalanohablante.

Lo que no considero razonable es la preferencia del Gobierno de Pedro Sánchez por el reconocimiento del catalán frente a otras lenguas cooficiales en España, como el vasco o el gallego. Preferencia que sin duda es el pago al apoyo de Junts y de Esquerra a la permanencia de Pedro Sánchez en La Moncloa.

Dando un salto desde la cuestión lingüística a la presencia de las agrupaciones independentistas, tanto catalanas como vascas, en el Parlamento mal llamado español, no se me alcanza qué papel desempeñan en el Congreso de los Diputados y en Senado de España los representantes de unas fuerzas contrarias a la unidad de la nación española. Encima cobrando del dinero de los contribuyentes españoles.

Semejante anomalía solo se explica por el espurio interés de Pedro Sánchez por seguir al frente de un Gobierno que, desde su llegada a La Moncloa, no ha hecho otra cosa que trabajar en su exclusivo interés, en el de sus familiares más cercanos y en el de un PSOE que ha abandonado toda defensa de sus siglas, Socialista, Obrero y, sobre todo, Español.

 

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